Cuando te sientes bailando, generas endorfinas y eso aporta una sensación de felicidad contigo misma y con tu cuerpo.
Si esto se convierte en un hábito, entonces alimentas tu amor propio, estadio interno que modifica tu cuerpo físico interna y externamente.
La exigencia de querer realizar perfectamente los movimientos, solo te aporta rigidez en tus formas, lo que llena la mente de pensamientos negativos perturbando tu paz.
Todas hemos salido de fiesta alguna vez, nos hemos emborrachado para divertirnos y anestesiar nuestra mente y así poder liberar el cuerpo.
Pues bien, embriagarte de baile te permite sentir y no pensar y para esto solo necesitas un pequeño espacio, tú mejor playlist, cerrar los ojos y comenzar el viaje.
Tú cuerpo es tu templo, cuídalo, disfrútalo y aprovéchalo para liberar emociones a través de la danza.
Y aún es mejor si lo haces en tribu femenina, así que te invito a la próxima sesión Dharma Dance que será en esta la luna llena de febrero.
Déjame saber si quieres venir, escríbeme que estaré encantada de escucharte.
Un abrazo